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En Noviembre de 2023 me invitaron a conducir un photo tour por las Islas Galápagos, un lugar que siempre está en el Top5 de destinos soñados para cualquier fotógrafo que admire la naturaleza.

Este sería mi primer viaje a estas islas ecuatorianas.

Antes de cualquier viaje a un nuevo destino me gusta buscar algunas fotos del lugar como para ir viendo lo que puedo llegar a encontrar, pero sobre todo para empezar a trabajar el potencial fotográfico del lugar e ir tejiendo en mi cabeza algunas primeros bocetos de lo que iré a buscar.

Esto lo hago como un primer ejercicio creativo y un disparador de ideas, pero tratando de que esas ideas no se cristalicen en mi cabeza y sean tan fuertes que luego no pueda ver y sorprenderme con las maravillas que la naturaleza siempre nos regala en forma inesperada, en cada lugar que visitamos.

El 95% de las fotos que veía de Galápagos tenía que ver con su fauna, tan increíble como variada y única.

Esto disparó el primer desafío para mi viaje, buscaría disfrutar y fotografiar esa fauna maravillosa, pero también me propuse concentrarme en el paisaje, un gran olvidado en las fotografías que veía de las islas y que me parecía que tenía un potencial increíble.

Con esta alerta en mi cabeza cada día busqué sentir y ser parte de esos paisajes tan maravillosos como la fauna salvaje que me rodeaba.

Este día en particular, estábamos en la Isla Isabela, habíamos hecho un recorrido muy interesante por túneles de lava, escoriales, habíamos caminado y nadado en un estero, rodeados de lobos marinos, iguanas, un pingüino de Galápagos que nos acompañó nadando a nuestro alrededor y el espectáculo único de decenas de pelícanos y piqueros de patas azules que se zambullían a escasos metros nuestro, aprovechando el alimento que estas aguas les brindan en forma permanente.

El sol ya estaba bajando y teníamos por delante unos 5 ó 6 km. de caminata para volver al pueblo.

La puesta del sol la disfrutamos con el espectáculo único de un par de tortugas marinas copulando en el agua, a pocos metros nuestros, y que serán motivo de otro posteo como este.

Ya una vez puesto el sol, en lugar de tomar el camino hacia el pueblo, decidí ir hasta la playa para aprovechar las últimas luces del día y buscar componer algo interesante con el movimiento del mar y unas rocas hermosas que había visto más temprano, en nuestro camino de ida.

Así, mientras el resto del grupo emprendió el regreso, con mi amigo Raul comenzamos a explorar esta playa increíble.

Ya en el lugar busqué componer la foto teniendo en mente 3 elementos que me parecía que iban a jugar muy bien entre sí.

Por un lado, el cielo, las líneas que trazaban las nubes y, sobre todo, la ubicación en el cuadro de la zona de luz más cálida, que iba a resultar uno de los elementos con mayor peso visual en la imagen.

Por otro lado, quería resaltar las rocas, su textura que le añadiría dramatismo a la imagen.

Y, por último, el movimiento del agua, que le daría por un lado dramatismo y por otro, me ayudaría a generar un clima casi mágico si me apoyaba en un tiempo lo suficientemente lento como para que su aspecto sea sedoso.

Con estas premisas en mente, caminé rápidamente el lugar hasta subirme a unas rocas en las que creí que tenía el punto de vista ideal para lo que estaba buscando.

Decidí utilizar un angular para poder dar mayor profundidad a la imagen.

Puse el trípode bastante bajo para darle importancia a las rocas, aprovechando la distorsión de la perspectiva que nos da el angular, lo que me ayudaría a magnificar la sensación de profundidad y a su vez, a resaltar aún más las rocas.

Puse en mi Canon R5 mi lente favorito para estos casos, el RF15-35mm F2.8 L IS.

Una vez que logré el encuadre deseado (con el lente en 19 mm.), probé con distintos tiempos lentos hasta lograr el que me daba la sensación exacta que yo buscaba, por un lado ese efecto sedoso, pero a su vez, que mantuviera algo de detalle y textura. En este caso fueron 15”.

La apertura la puse en f/8 para tener suficiente profundidad de campo y lograr que la percepción de nitidez abarcara desde las primeras rocas (que son las que enfoqué) hasta el infinito, y por último el ISO lo llevé a 100, logrando así la exposición adecuada para mi toma.

La exposición la manejé en Manual y el enfoque en AF. 

Hice varias fotos, algo importante cuando trabajamos con agua en movimiento, ya que si bien podemos imaginar cómo va a resultar, siempre la naturaleza nos sorprende y es bueno tener distintas opciones para elegir luego.

Luego de unos minutos disfrutando esta maravilla de la naturaleza, encendí mi linterna y empecé a desandar los 6 km. que me quedaban de vuelta al pueblo con la satisfacción de haber conseguido una de las imágenes que había pensado tanto tiempo.

Datos técnicos:

Cámara: Canon R5
Lente: RF15-35mm F2.8 L IS USM
Distancia focal: 19 mm
Tiempo: 15”
Apertura del diafragma: f/8
ISO: 100
Lugar: Isla Isabela, Islas Galápagos, Ecuador