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Eran las 5 de la mañana cuando mi hermano Froy me sacó del abrazo de los sueños, sus ojos chispeaban de emoción. La noche anterior habíamos disputado una batalla épica en el FC24, y, para mi sorpresa, Froy se alzó con la victoria. Fue un modo peculiar de despedir la noche, pero ninguno de nosotros imaginaba lo que el día siguiente nos tenía reservado.

Lunes 9 de octubre amaneció bajo una fina lluvia que acariciaba nuestros sueños. La somnolencia que me envolvía se disipó al escuchar la oferta de Froy: "¿Quieres café?". Mi respuesta fue un enérgico "sí", y en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba vistiendo calcetines, pantalones, botas y una playera. El día prometía ser extraordinario; estábamos a punto de ser testigos del nacimiento de Emma Ivanna.

Junto a Bere, Froy, y Emma, nos dirigimos al centro médico. Era el último amanecer que vivirían como esposos y la primera vez que caminarían juntos hacia el umbral de una vida como familia de tres.

Al llegar al centro médico, Bere se adelantó para ocuparse de los trámites en la recepción, mientras Froy y yo descargábamos las maletas. Los nervios se reflejaban en sus ojos, y debo confesar que también los sentía. Ver a uno de mis amigos de toda la vida a punto de convertirse en padre junto a la mujer que amaba era una experiencia conmovedora.

Los padres y la hermana de Bere llegaron, y la atmósfera se llenó de emoción. A las 7 de la mañana, finalmente fuimos conducidos a la habitación. Los padres y la hermana de Froy también se unieron a nosotros, y el momento se acercaba. En ese instante, el médico entró y les preguntó si estaban preparados, con un nerviosismo palpable, asintieron, y pasaron a Bere para que se preparara para dar a luz.

Con todos en la habitación, la enfermera nos consultó quiénes acompañarían a Froy en el quirófano. Respondí que yo, y fue entonces cuando tomé conciencia de la magnitud de la tarea que me aguardaba: documentar en fotografía y video el nacimiento de Emma Ivanna.

Bere ya estaba en el quirófano cuando Froy y yo nos preparamos en la sala previa, vestidos con cofias, pantalones, botas y cubrebocas. Estábamos listos para dar este paso trascendental.

El sonido de la música de fondo se mezclaba con el susurro de los médicos, mientras Froy observaba la escena a través de una pequeña ventana. Yo me situé frente a la acción, cámara en mano, preparado para capturar cada momento.

Los médicos iniciaron el proceso de parto, y la emoción llenó el aire. Observé con atención mientras cortaban la bolsa y, con ternura, extrajeron a la pequeña Emma Ivanna del cuerpo de su madre. El hermoso llanto que llenó la habitación anunciaba su llegada al mundo y con él, la promesa de una nueva vida.

A las 7:33, Emma Ivanna Gómez Huerta vino a este mundo, con un peso de 3.850 kg. Y la altura de 53 cm. convirtiéndose en la primera hija de Bere y Froy. Era la cuarta nieta de los padres de Bere y la novena nieta de los padres de Froy. Pero, sobre todo, era la niña que todos habíamos esperado con ansias.

Gracias a la benevolencia divina, el proceso transcurrió de manera rápida y perfecta, y Emma Ivanna nació con una salud envidiable. Su llanto marcó su entrada triunfal en esta nueva etapa de la vida.

La felicidad que inundó a mi hermano Froy y a su esposa Bere es indescriptible. Ver las lágrimas de alegría y gratitud que brotaron de sus ojos al conocer a su hija fue una emoción que quedará grabada en mi corazón para siempre.

Este fue un día inolvidable, un testimonio del amor y la llegada de la vida en su forma más pura y hermosa.