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Empiezo con una pregunta:

¿Alguna vez has observado a simple vista el centro de nuestra galaxia?

Empiezo con algo de contexto:

Baja California Sur, además de ser un destino increíble con playas, desierto y fauna marina, es uno de los estados de México con menos ciudades.

Verás, al tener menos ciudades hay menos contaminación lumínica.

Pero volviendo al punto. Hace un año y algunos meses, realizamos nuestro viaje anual a Baja Sur, en el que tenemos la oportunidad de observar ballenas grises, azules, jorobadas y conocer algunos de los lugares más hermosos del estado.

Y uno de ellos es Bahía Concepción, sin temor a equivocarme puedo decir que aquí se encuentran las playas más hermosas de México, pero también es un lugar con cielos libres de contaminación lumínica.

Si nunca haz tenido la oportunidad de ver una noche natural, sin luna, sin contaminación de luz, puede ser una experiencia muy irreal, pero inolvidable.

El punto es que acampamos aquí, una noche en la que ya habíamos tenido que estar en otro punto, pero todos los del grupo decidieron que el lugar merecía otra noche.

Y fue una sorpresa para todos. Al caer la noche el mar se volvió un espectáculo fluorescente, hacía algo de viento y un poco de oleaje. Pequeñas y brillantes olas a la orilla de la playa.

Alucinamos.

No podíamos creer la intensidad de la bioluminiscencia presente en el agua. Chapoteamos, brincamos y bailamos en la orilla. Fue algo mágico.

Nos fuimos a descansar pues nos levantaríamos un poco más tarde para observar la vía láctea alrededor de las 2:00 a.m.

Al salir de mi tienda de camping había un silencio total. Casi no había olas y todo el mundo estaba callado. Se escuchaba de vez en cuando el pasar de algún tráiler en la carretera.

Al acercarme a la orilla fue como si estuviera en otro planeta. Observé una línea brillante de bioluminiscencia en la orilla de la playa, delineando el borde entre la arena y el agua.

Caminé unos metros hacia el lugar más brillante. En medio del silencio, yo solo.

La vía láctea se asomaba por el horizonte y el agua apenas hacía ruido.

Fue realmente una experiencia casi alienígena.

Coloqué mi tripié para hacer unas tomas, pero mis ojos no daban crédito a lo que veía y mis sentidos estaban confundidos (entre el desvelo y lo alucinante del momento).

Me acerqué a la orilla y trataba de ver más de cerca el fenómeno mientras mi cámara capturaba el momento (la foto más abajo).
Al caminar por la arena mojada, mis huellas dejaban un rastro luminoso. Fue algo indescriptible.

No hay fotografía que pueda hacer honor al momento.

Sólo estar allí.

Hay viajes y hay VIAJES. Como estos que te cambian la perspectiva de la vida.