Blog

En el año 2019, tuve el privilegio de sumergirme en una emocionante misión humanitaria en Mozambique. A medida que mi compromiso se acercaba a su fin, decidí consultar a mis amigos locales sobre el siguiente destino para explorar. Sus rostros se iluminaron y sus ojos brillaron al mencionar el Parque Nacional Gorongosa, una joya natural que me esperaba con los brazos abiertos.

Este parque, en tiempos de la colonia portuguesa, era conocido como un terreno de caza.

El viaje desde Beira hasta Gorongosa se convirtió en un regalo inesperado. Un día soleado acompañó mi camino a lo largo de la costa, una experiencia que me conectó íntimamente con la serenidad del mar. Los lugareños, siempre amables y hospitalarios, hicieron que cada momento del recorrido fuera aún más especial.

Este parque, en tiempos de la colonia portuguesa, era conocido como un terreno de caza. No obstante, mi corazón se llenó de alegría al enterarme de que la belleza de la fauna local ahora se encuentra a salvo y protegida en su hábitat natural. Antílopes, leones, y las famosas abejas africanas pintaban un cuadro vivo de la vida en la naturaleza.

Nada más llegar al eco hotel, nos embarcamos en un emocionante safari fotográfico. La travesía culminó junto al río, con un refrigerio que nos brindó la oportunidad de reflexionar sobre la grandeza de la naturaleza. El atardecer nos sorprendió en compañía de cocodrilos y un majestuoso águila que nos observaba desde las alturas, como si quisiera unirse a la conversación.

​

La noche cayó, y el cielo se adornó con estrellas titilantes. Los monos, en su algarabía constante, nos recordaron que éramos simples visitantes en su hogar. La imagen de las monas hembras cuidando amorosamente a sus crías quedó grabada en mi memoria, un recordatorio constante de que compartimos este planeta con una asombrosa diversidad de seres.

​

Al amanecer, fuimos testigos de un encuentro conmovedor. Una imponente elefanta cruzó nuestro camino, protegiendo a su cría con determinación. El mensaje era claro: en su territorio, su familia es la prioridad. La destreza del conductor evitó que la anécdota se convirtiera en algo más, demostrando que siempre hay más por descubrir en la naturaleza.

​

Durante ese día, presenciamos la cruda realidad de la cadena alimentaria en acción. Una familia de dingos se alimentaba de los restos de un animal, mientras un ave de rapiña sobrevolaba en espera de su oportunidad. Era el ciclo de la vida en movimiento, una lección de la naturaleza que me dejó maravillado.

​

La experiencia en el Parque Nacional Gorongosa fue revitalizante, un reencuentro con la esencia misma de nuestro mundo. Incluso durante las inundaciones causadas por un ciclón que enfrenté en mi labor humanitaria, los animales y el tejido social del parque se unieron para resistir y sobrevivir. Aquí, se encontraba una prueba tangible de la increíble resiliencia de la naturaleza.

Quienes tengan la oportunidad de visitar este santuario natural no deben dudar. Mi experiencia en el Parque Nacional Gorongosa fue más que un viaje, fue un recordatorio profundo de nuestra interconexión con la vida en todas sus formas. Si buscas inspiración, asombro y un verdadero encuentro con la madre naturaleza, esta experiencia es simplemente inigualable.

En mi galería encuentran algunas de las fotografías de esa experiencia. 

https://canon-creators.com/galerias/parque-natural-gorongoza---mozambuique-25941 

¿Que me recomiendas tener en cuenta cuando vuelva a tener una experiencia como esta? 

Luis