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Hay cosas que no gritan, pero se sienten. Como las flores pequeñas. Las encuentro en los bordes del camino, tímidas, a veces escondidas bajo una hoja más grande. Y aún así, ahí están. Resistiendo, floreciendo, respirando con fuerza tranquila.

Este blog nace de mi deseo de quedarme más tiempo en lo simple. De bajar la mirada, detenerme, y notar lo que no se muestra en grande. He fotografiado flores pequeñas con el mismo cuidado con el que se recoge un secreto. Cada una tiene una historia que contar, un gesto callado que no pide atención, pero que, si se le da, lo transforma todo.

Las flores diminutas me enseñan que no todo lo valioso ocupa espacio. Que hay belleza en lo que muchas veces pasamos por alto.
Un capullo aún sin abrir, un tono rosado que se pierde entre verdes.
Fotografiarlas es casi como pedirles permiso: acercarme sin ruido, capturar sin interrumpir.

Mis favoritas no son las más vistosas, son las que parecen susurrar: "estoy aquí, aunque no me veas."

Me gusta cuando el sol apenas empieza a tocar las hojas y todo parece más suave. Me acerco mucho, no solo con el lente, también con el alma. Respiro lento, Observo, Escucho.

Porque sí, las flores también tienen algo que decir si sabemos mirar.