Esta cría de yaguareté se llamaba Aimèe. Era hijo de Medrosa. Fue presa de Forasteiro, un macho que vino a conquistar a su madre y el territorio. La madre quedó por días llamándolo incansablemente sin respuesta alguna. Aimée murió por un yaguareté macho. Atacado por un individuo de su misma especie. Por alguien de quien posiblemente él confió que sería una protección ante los riesgos de la selva.
Días antes a ese suceso, junto a un grupo de expedicionarios le habíamos hecho un montón de fotos a Aimèe.
Nuestro objetivo por esos días era encontrarlo para lograr las fotos mas tiernas posibles descubriendo sus mas graciosos comportamientos, como suelen regalar las pequeñas criaturas.
Pensar que el yaguareté es el rey de la selva americana. Es la especie tope de la cadena. Cuando uno lo ve, entiende por su tamaño y por lo que alrededor de él sucede, que no hay nada a lo que le pueda tener temor. Pero eso ocurre quizás con los individuos adultos. Llegar a esa instancia lleva tiempo y riesgos. Los cachorros de yaguareté no solo deben estar protegidos de otras especies cuando su madre sale en busca de alimento, sino también de su misma especie. De ese macho que aparece queriendo mantener sus genes o conquistar a la madre.
Por ello ser hembra de yaguareté tampoco es sencillo. Menos aun cuando está con crias al pie. Debe cazar para ella, para tener fuerzas, para amamantar, y para enseñar a sus crias a hacerlo. Pero a la vez, debe tener las fuerzas de proteger a sus crias y de ser lo suficientemente inteligente para dejarlos al resguardo de cualquier peligro mientras ella sale de cacería.
No se puede proteger lo que no se conoce, reza el dicho. Creo que tampoco se puede convencer de cierta protección si previamente no se sensibiliza. Pues para proteger no es suficiente conocer, sino que también se tiene que querer de alguna manera. Para querer algo es necesaria la sensibilidad, los sentidos y sentimientos.
No pretendo que la gente ame la naturaleza. Tan solo me conformo con que quienes no creen que en la naturaleza ocurren cosas que erizan la piel a cualquier testigo por más incrédulo que sea, comiencen a plantearse cómo es posible.
Es posible porque estar allí viviendo esos momentos, te hace preguntarte cosas que antes no te preguntaste. Hay una sola manera de descubrirlo, y esto es: observando cada vez más naturaleza. Allí están todas las respuestas.
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📷 & ✍️: @tomasthibaud
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