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Al caminar por la playa, sientes cómo esos pequeños granos de arena se entierran en tu piel, como espinas, todo debido al fuerte viento que acompaña tu paseo. Faltan pocas horas para que se desate el infierno de la tormenta, me decían los nativos.

Esta era mi primera vez en el país de la libertad y justo para mi cumpleaños, de regalo del cielo, me llegó un huracán. Bueno, regalo es regalo, ¡venga de donde venga! Así veo la vida a través del prisma de la positividad, pues creo que eso es lo que nos lleva a la felicidad, que solo se experimenta en pequeños instantes y solo se comprende después de vivir algunos años en esta hermosa tierra.

Algunas etapas de la vida nos llevan a descubrir que, para encontrar lo que está mal en la vida, debes alejarte para ver mejor. Eso se refleja en los instantes y detalles en los que uno se fija cuando se encuentra en un ambiente diferente. Por eso, este evento natural era el presagio de lo que se desató en mi vida, que estaba a pocas horas de ocurrir, ya que todas las transformaciones duelen.