Uno de mis destinos fotográficos y emocionales favoritos es la Antártida.
He tenido el privilegio de haber visitado 4 veces este continente y lo visitaría 100 veces más.
Es un lugar increíble, que nunca deja de sorprendernos y maravillarnos. Representa la naturaleza en su máxima y más pura expresión, prácticamente sin intervención humana alguna. Lo que vemos es lo que vieron los exploradores que la pisaron por primera vez 150 años atrás.
En esos 4 viajes hay 2 situaciones climáticas que fueron prácticamente dominantes y se mantuvieron casi siempre, cielos cargados, muy nublados y viento, la naturaleza misma de la Antártida.
Todos los días, todos los viajes esperando la hora mágica del atardecer, con la expectativa que la luz cálida bañe los témpanos y glaciares, pero ... casi nunca sucede, siempre el cielo cubierto y sin color.
Sin embargo, en el viaje de Diciembre del 2023, se dio una situación muy especial. Estábamos navegando acercándonos al Círculo Polar Antártico, poquitos días antes del solsticio de verano, o sea que, prácticamente había luz diurna casi las 24 hs.
Ya había pasado la medianoche, estábamos relajados con el grupo de fotógrafos y amigos que había armado para este viaje, tomando unos tragos en un domo todo vidriado, hermosísimo, que tiene el barco en el que estábamos haciendo el crucero de expedición, cuando de repente, una de las chicas del grupo dice: "miren eso! miren el sol!".
Cuando me doy vuelta, veo que el sol estaba apareciendo en una franja pequeñísima que quedaba entre el horizonte y las nubes pesadísimas que cubrían casi todo el cielo.
En estos viajes la cámara está las 24 hs. conmigo, siempre listo para esas situaciones fugaces que pueden aparecer. Inmediatamente me abrigué, tomé la cámara, salí a cubierta y disfruté de uno de los espectáculos más maravillosos que alguna vez viví.
A medida que el sol iba bajando, y mientras el barco seguía avanzando, los témpanos que flotaban en el Estrecho de Bransfield se iban dibujando contra esa franja de luz cálida que los iluminaba por detrás.
Fueron unos pocos minutos, pero lo suficientemente intensos y extraordinarios para poder captar ese momento exacto en el que el sol se estaba poniendo en el horizonte, justo detrás de uno de estos témpanos maravillosos.
Datos técnicos:
Cámara: Canon R5
Lente: RF100-500mm F4.5-7.1 L IS USM
Distancia focal: 500 mm
Tiempo: 1/800
Apertura del diafragma: f/8
ISO: 4000
Lugar: Estrecho de Bransfield, Antártida
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